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Este es un lugar emblemático de la ciudad, está ubicado en la orilla del primer cuadro y es una tarima de artistas de cualquier índole. Fue una iniciativa de los hermanos Márquez Figueroa, quienes en los años 1940 eran profesores de arte; ellos pensaban que por la arquitectura podría ser el lugar indicado para exponer obras y por ende batallaron para que cediera el espacio.
Antes de haber arte aquí era un rastro en medio de una plazuela, con el paso del tiempo y la construcción de otros rastros esto se convirtió en un conjunto de productos textiles, de ahí su nombre a Plazuela del Torno, de aquellas maquinar para hilar. En 1955 se cede su custodia para ser una plazuela donde pueden encontrar pintores, escultores, músicos y otras cosas, cambiando el sobrenombre a Plaza del Baratillo, porque toda obra de arte era barata.
Con el paso del tiempo los edificios fueron cambiando hasta tener lo de ahora, una casa/taller de pintura, 45 estudios pequeños, un corredor donde las obras se exponen a los transeúntes, una fuente y dos monumentos de bronce; todo para convertirlo en un punto bohemio que es aderezado por cafés de trova. Hasta 2012 había oficinas y un puente que atravesaba hacia el Centro de Convenciones de San Francisco, pero el gobierno en turno lo modificó para teóricamente construir un teleférico, destruyendo así la denominación de Patrimonio Histórico por el INAH conseguida en 1987.
Mi experiencia
Tengo que admitirlo que este fue mi lugar preferido en mi vida universitaria, los viernes era de ir con amigos a uno de los cafés que había (el de la esquina de la 6 Poniente, el cercano a la fuente y por la 4 Poniente). Lo recurrente es pedir una cubeta de cervezas y ya entonados pasar a una copa de algo, vino, vodka, whisky o algo preparado para salir felices.
Sábado por la tarde era el momento de salir con una afortunada, la técnica para que cayera rendida era la siguiente: un paseo por la zona mostrándole tu conocimiento en arte, le explicas la historia (arriba está de manera resumida), puedes agregar una historia ficticia que te involucre. Caída la tarde elige un café, yo siempre entraba al Amparo porque es oscuro, trata de que te toque una mesa cerca del trovador, cuando llegue el momento pídele su carpeta de canciones y busca alguna de amor, no se la dediques di que solo la quieres escuchar.
Pide un café y recomiéndale alguno que incluya un poco de alcohol, eso la desinhibe para platicar con fluidez y que no esté tensa o a la defensiva. Ojo, no es para aprovecharse sino para hacer más cordial el momento. Ahora disfruta de la música y entabla una conversación casual, pregúntale sobre ella, platica de tus gustos, en fin algo que no sea invasibo pero que aprendas. Pide una botana o comida para estar más a gusto. Acabada la noche llévala a que tome el camión, taxi o llévala a su casa; este es el momento crucial, si se despide rápidamente la pasó bien pero no tiene más intensiones contigo, si tarda continua platicando y no fuerces las cosas, deja que ella se quede ‘picada’ para volver a salir.
