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Biblioteca Palafoxiana

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Uno de los grandes benefactores de Puebla fue Juan de Palafox y Mendoza, un obispo que llegó a la ciudad para evangelizarla y hacer actos de educación. Uno de ellos fue donar su colección personal, compuesta en su inicio por más de 5,000 libros de selecto contenido a un inmueble que lleva su apellido.

 

La Biblioteca Palafoxiana fue abierta en 1646 y desde ese entonces cualquier persona puede entrar a admirarla. Su idea es que cualquiera podía consultar los libros, sin embargo, por el paso del tiempo esto ya no es así, porque los volúmenes se pueden deteriorar. A partir de 1773 el acervo aumentó con 45,059 libros de los siglos XV, XVI, XVII, XIX, XIX y XX.

Está dividida en tres partes, abajo se contienen libros de teología, la intermedia en ciencia y hasta arriba filosofía. De lado a lado hay dos altares, uno donde está la imagen de Juan de Palafox y Mendoza y la otra contiene un retablo con una virgen al centro y una historia labrada en ónix, de la cual tienen que preguntar a los cuidadores de la biblioteca.

 

En 1981 se declaró como Monumento Histórico Nacional y en 2005 recibió el título de Memoria del Mundo por la UNESCO.

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La experiencia

Es difícil de encontrarla la primera vez, tienes que entrar a la Casa de la Cultura por el lado de la 3 Poniente, dirigirte a la esquina derecha, subir las escaleras e inmediatamente está la puerta de la biblioteca. Antes de pasar quédate viendo la puerta, es fascinante por tantos detalles que tiene tallados en madera; ahora camina por la derecha y aprecia los libros lo más que puedas. Tienes dos opciones caminar rápido hasta encontrar un grupo de turistas o esperar a alguno, sobre todo porque te da la oportunidad de escuchar la historia con un guía sin tener que pagar por él. Aunque no seas malo y cuando salgas dale una propina.

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Realmente es un espacio que no te lleva más de 15 minutos en recorrer, si eres atento apreciarás cada detalle de los libros, si no saldrás tan rápido como puedas. Pero mi mejor experiencia ha sido está ultima, porque un joven de no más de 20 años me explicó que la biblioteca tiene un altar, dividido en tres: la base es de ónix de Tecali y tiene tallado al cordero de Dios; arriba es una pintura de una virgen cargando a un niño; arriba está un retablo de Santo Tomas de Aquino.

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