¿Se imaginan entrando a este recinto del siglo XVI? Su nombre completo es el Templo Conventual de Nuestra Señora del Carmen e inició su construcción en un solar de 1548 hasta 1586. En su comienzo fue dedicado a Nuestra Señora de los Remedios, pues cuenta la leyenda que en 1547 Hernando de Villanueva se salvó de ser herido por un toro, al invocar a esa deidad, así que prometió hacer un santuario de agradecimiento. Al paso del tiempo sus ocupantes, los carmelitas descalzos, hicieron que el nombre cambiara al traer a la Virgen del Carmen aquí.
Arquitectónicamente sus primeros planos marcaban una iglesia principal, cuatro capillas, un atrio y un panteón (lo que hoy es la calle de la 16 de Septiembre). Pero leyes y decretos fueron cambiando el proyecto. Hoy son dos capillas (de Sata Teresa de Ávila y Santa Cruz de Huatulco), un pequeño atrio y la iglesia, cuya fachada mide 13.75 metros de alto con detalles de petatillo, talavera y cantera gris.
Por dentro las imágenes, butacas y adornos han ido cambiando a través del tiempo, lo que no son los lienzos hechos por grandes pintores de su época. Aunque son los detalles en oro e historia por la que es considerada patrimonio histórico de la ciudad.
Iglesia de
El Carmen
La experiencia
Aquí en Puebla la conocemos como El Carmen y engloba varias calles a la redonda. Digamos que a la iglesia vas si algún conocido mamón se casa, porque vaya si es costoso hacer una misa ahí. Entonces llegas aquí si necesitas impresiones a bajo costo, en papel o souvenir de empresas; quieres un helado caro contra la calidad de lo que pruebas; una cemita del mercado a tres cuadras de la iglesia.
Cualquiera de las opciones anteriores debes tener en cuenta que estacionarse es una dificultad, además de una incógnita de qué te pueden robar. Pero si tu valentía es infinita debes venir un 16 de julio en la fiesta patronal, una fecha en que ponen puestos de comida, juegos mecánicos y cosas extras. Atractivo para acosadores, carteristas y que la gente luzca sus bajos instintos con lo que puede comer.