Jardín
de la
Alfabetización
Manuel Ávila Camacho
Yo lo conozco como el Jardín de las Letras, un parque en las orillas del barrio de Los Remedios, que desde 1952 es hogar de niños del lado de la 24 Poniente, vagabundos en su centro y perros en el otro extremo.
Su construcción se debió a una emulación de la Campaña de Alfabetización de aquel entonces, la cual buscaba erradicar el alto índice de analfabetismo y las pocas escuelas y maestros en el país. Sin embargo, hoy ni siquiera es un parque concurrido por personas. Lo describiré de esta forma: del lado de la 24 Poniente hay un enrejado con diferentes juegos de metal, donde varios niños juegan y se ensucian las manos al subirse en ellos; caminando hacia el Boulevard encontrarás arboles hasta el centro del parque, donde hallaras una fuente en forma del estado de Puebla, con su división de municipios. A su alrededor hay unas jardineras y bancas forradas de azulejo así como dos placas conmemorativas de azulejo.
El nombre de Jardín de las Letras se debe a que hasta hace unos años, había unas enormes vocales de metal y las tres primeras letras del alfabeto, donde era costumbre subirse y tomar algunas fotografías para el recuerdo. Pero con el paso del tiempo y gobernadores fueron retiradas, esto sumado a que es hogar de vagabundos que llegan a drogarse y han corrido a la gente.
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La experiencia
Me gustaría que este parque tomara la relevancia que tuvo cuando se inauguró, no solo por quién lo hizo sino porque ofrece diversas cosas que ninguno. Tiene el espacio indicado para salir a trotar por lo largo que es, lugar para hacer barras acompañado de una zona de juegos para niños, tiendas por si te da sed y negocios por si el hambre llega. Además, un restaurante que dicen que se come rico, nunca he entrado porque cada vez que voy hay muchas personas y es difícil quedarse cuando se tiene hambre.
El porqué es despreciado es debido a los indigentes que se juntan a cada hora, para fumar marihuana y porque dicen que en ciertos puntos asaltan; aún cuando regularmente hay policías resguardando el parque, ellos saben la forma de cometer esos delitos. Sinceramente creo que si se tuviera una mejor iluminación y pintura podría volver a tener la relevancia que debe.
Tengo que contártelo porque sinceramente es muy gracioso mi salto de superhéroe, en la parte que da hacia la 24 Sur hay un parque, dentro un juego donde te agarras de una manija amarrada a una cadena, son cuatro puestos y dando vueltas el mismo impulso comienza a elevarte. Ya me había subido varias veces, hasta que mi primo me dijo que él me impulsaba para que fuera más elevado; lo dudé un poco, pero me armé de valor.
Lo que no contaba es que cuando ocupas tus manos para agarrarte en los juegos de fierro, comienzas a sentir que te salen ámpulas y duele. Entonces me alisto para el empuje, este comienza más fuerte hasta que mis brazos ya no pueden sostenerse más. Grité que me detuvieran, pero no me hicieron caso. Mis manos queman y me suelto. Inconvenientemente yo seguía dando vueltas en el aire y al soltarme salí disparado sin saber a dónde.
Pude haberme quebrado un hueso, partirme la espalda o la cabeza, pero mi suerte me saludó, solamente caí boca arriba, me raspé un brazo y ya. Me levanté adolorido, asustado y jamás he querido regresar a ese lugar para una revancha.