museo
San
Pedro
Este edificio data de 1541 como el templo de San Pedro y de 1542 como el Real Hospital de San Pedro. Desde ese entonces el lugar gozaba de un enorme patio y recovecos que sirvieron para que médicos desarrollaran ciencia y una mejor atención a los pacientes.
Para 1867, se volvió el Hospital General del Estado, hasta 1917 cuando quedó abandonado. 39 años después, los lugareños lo adaptaron como un palacio del deporte con un techo y espacio para jugar baloncesto, por lo cual su nombre cambia a Cancha de San Pedro.
E
La cancha de baloncesto, de lucha libre, de conciertos, de exposiciones y de otras cosas
A la par, por sus dimensiones se fue convirtiendo en sede de la Escuela de Arte Teatral de Puebla y desde 1980 albergó el Archivo General del Estado, Registro Civil, Oficina de pasaportes y el Periódico Oficial Estatal. 18 años transcurrieron en los que cambió de eso a ser centro comercial, sala de baile, taller mecánico y garaje de autobuses; hasta que el gobierno en turno lo restauró para convertirlo en el Museo Poblano de Arte Virreinal.
Incluso, según historias de mi maravillosa madre, fue sede de una compañía de lucha libre que compitió a la EMLL en la ciudad, por traer grandes figuras para espectaculares funciones.
Ya en 2002, el museo estaba perfectamente estructurado y por eso le cambiaron el nombre a San Pedro Museo de Arte. Conteniendo exposiciones locales, nacionales e internacionales en sus 5 salas de exhibición, auditorio, biblioteca y librería.
La experiencia
El museo es una joya, ahí me tocó ver un concierto tributo a Bob Marley sinfónico, una exposición de instrumentos de tortura, de terror, de fotografía y cada año en noviembre de ofrendas.
Si lo revisan a grandes rasgos, no hay mucho que decir, es un lugar con varias salas y un patio enorme. Pero más a detalle tendrían que entrar al fondo a la derecha, donde un pasillo te conduce a otro y luego a otro, pero en el camino te puedes encontrar con varias oficinas, pequeñas bodegas y recovecos que dan miedo. Por ejemplo, hace unos ayeres era reportero gráfico y para acreditarse como prensa para un festival importante en la ciudad, había que entrar a ese lugar para buscar a la persona adecuada.
En ese año, las indicaciones eran: entras al fondo, pasas dos puertas, a la derecha, una puerta, a la izquierda y caminas al fondo; ahí preguntas por “fulanita”, bajas unas escaleras y en el segundo escritorio te registras. Las indicaciones no eran ciertas, fue más complicado hallar esa oficina y no perderse en el intento.
Otra cosa que es de admirar es el sistema de recolección de agua, lo puedes ver como una cubierta sobre el patio, cuyo centro tiene un tubo de plástico que va hacia una cisterna. Pero cuando te toca una lluvia torrencial, logras visualizar una gran cascada que llena un contenedor, el cual, los rumores dicen que alimenta al propio museo y otras casas cercanas.
