Algún día todos llegaremos a un lugar similar
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Sobre el Rancho de Agua Azul se tuvo la idea de construir un panteón, a fin de poder reunir a todas las personas que se encontraban en los diferentes camposantos de la ciudad y clausurarlos por las pocas condiciones de higiene en las que se encontraban. Fue así como en 1887 se inauguró el Municipal y la primera persona que yació ahí fue una niña que murió en un incendio el 5 de Mayo de 1880, María Merced Huerta; su tumba se puede encontrar en el pasillo central.
El inmueble hoy tiene más de 33 mil tumbas divididas en varias secciones, incluida una hasta el fondo exclusiva para la Sociedad Mutualista Siglo XX, un organismo ligado a empresas financieras, aseguradoras, cooperativas, entidades de fomento de la economía solidaria, gremios y movimientos religiosos, la cual goza también de espacios para depositar cenizas de sus agremiados. Realmente desconozco cómo es que existe esta zona, pues la gente que labora en el panteón no me lo quiso revelar.
Acorde al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), varios sepulcros están catalogados como monumentos históricos porque tienen herrajes franceses o esculturas importantes que datan del siglo XIX. Aunque es preciso mencionar que algunas ya lucen muy deterioradas, tanto por las personas que no las visitan como por la gente que gusta de profanarlas, pues es bien sabido que aquí se hacen trabajos de brujería. En contraste, hay una zona identificada como la fosa común, un terreno de mal olor donde se depositan los cuerpos sin vida de personas que sufrieron un accidente en la calle y que no fueron reclamados por sus familiares.
Otra importancia que el panteón tiene son los personajes enterrados: los hermanos Serdán, de quien se edificó un monumento, Juan Crisóstomo Bonilla, parte de las familias O'Farril y Bello.
Voy a llamarla así aunque suene feo, pero una atracción del lugar es que en temporada de Día de Muertos, abre sus puertas en las noches a fin de hacer recorridos, proyecciones de películas y cosas especiales. Acto que suena muy tentador para aquellos que les fascina las cosas de terror, pues se dice que hay muchas historias de sombras, sonidos y movimientos que pueden sacarle un susto a cualquiera.
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Mi odisea de miradas
Por irónico que suene entrar aquí es muy fácil, aunque hay un guardia en la puerta y personas rondando no hay mucha seguridad, incluso hay gente que trabaja ahí dando una pequeña cuota, desde quien limpie las tumbas; rente palas, escobas o cubetas; venda cigarros; músicos y hasta me encontré un organillero. Así que pasar a tomar fotografías no me resultó complicado, solamente tuve que soportar miradas de la gente que pensaba que estaba jugando o faltándole al respeto al sitio, pero si un día tienen la oportunidad me darán la razón para asombrarse y querer sacar su cámara.
Ya adentro pude observar de todo, al principio hay casas, castillos y mausoleos impresionantes con adornos y esculturas fascinantes. Más adelante la cosa va cambiando, pues ves desde la tumba con tierra, la placa de cemento y algunas adecuaciones dignas de un museo por la creatividad impuesta. Otro detalle que es muy de la época es lo colorido que puede verse, porque en México nos caracterizamos por brindar una cálida bienvenida a nuestros familiares que han partido, colocando muchísimas flores en nuestras casas y en las tumbas.
La parte aterradora
Está ligada a todas las historias que se cuentan de eventos sobrenaturales y leyendas, como niñas jugando, sombras, sonidos de lamentos, un tanto por esas almas que aún siguen penando y otro por las que siguen vivas tratando de hacer cosas indebidas, pues utilizan el lugar para enterrar algo, sacar tierra, restos humanos en pro de la brujería. En esta ocasión no pude observar algo para demostrarlo, pero anteriormente si he visto fotografías dentro de un frasco, una coleta de cabello “natural” amarrada con listones y hasta la cabeza de una gallina.
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La parte caótica
Los relatos de los vivos. Cuenta la leyenda que hay gente dedicada al saqueo de féretros para: 1) robar partes del esqueleto humano, las cuales son vendidas a estudiantes de medicina a muy altos precios, sobre todo el cráneo.
No estaría de más que cuando vayan al panteón observarán a la gente alrededor, sobretodo cuando están enterrando a alguien, siempre hay quienes están al pendiente viendo que pueden tomar médicos enfermos y más.
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